«Lo que produces aquí, en el surco, es tuyo. Allá, en Oklahoma, en Estados Unidos, después de construir casas o levantar cosechas lo único que tienes es el cheque del jornal», reflexiona Luis Armando Gaytán López mientras sostiene entre sus manos las nacientes de ajo producidas en su parcela.
Relata al Secretario del Campo, Adolfo Bonilla Gómez, cómo fue que platicó con su esposa Imelda y decidió regresar a Zacatecas. «Mi padre me decía, cómprate unas tierras. Aquí tendrás el modo de una vida mejor. Acá si siembras cultivos más rentables, como el ajo, y te irá mejor», apunta.
«En el otro lado prefieren al zacatecano porque sabe trabajar, aprendemos rápido las nuevas tecnologías, no le sacamos al trabajo y respetamos las reglas, las normas», refiere al caminar entre sus cultivos de ajo, cebolla, zanahoria y alfalfa.
Adolfo Bonilla pregunta por qué alfalfa en este tiempo. Armando responde: «los migrantes aprendimos que arriesgar es bueno. Aparte, la alfalfa se convierte en dinero para seguir nuestro proyecto de tener riego tecnificado y maquinaria para vender mejores productos y pagar la energía eléctrica.»
En Estados Unidos -continúa- los migrantes aprendimos que el campo es negocio si se trabaja bien. Con buenas prácticas de labranza, con la tecnificación y produciendo lo que quiere el mercado, sí son rentables las siembras.
Dice que por eso decidieron aprovechar las herramientas como el tren de beneficio del ajo, que limpia, selecciona y empaca. De esa manera trabajan junto con el gobierno para consolidar el proyecto de obtener buena presentación de sus productos y buenos precios.
Nos hace falta más organización -acepta Armando Gaytán- con los productores, los procesadores, los que agregan valor, los que rentan maquinaria especializada, transportistas. Bueno, esto ya lo hacemos en una planta ubicada en Tacoaleche, donde preparamos el ajo para enviarlo al mercado en México.
El padre de Luis Armando sigue con atención el diálogo de su hijo con el Secretario del Campo y en su momento le recuerda a este último: «por eso queremos que la planta beneficiadora del frijol tenga todo para la limpia, el pulido y hasta el embolsado. Aquí cuando cambiamos del chile, al ajo, y volvemos al frijol de temporal, sacamos más de una tonelada y ya beneficiado tendremos mejores precios».
«No queremos que los gobiernos nos den, sino que nos acompañen en para concretar nuestros sueños y hacer del campo un negocio. Para que los jóvenes regresen y frenar el envejecimiento al que se enfrenta», dice ahora la familia Gaytán incluidas Mirella e Imelda
Luis Armando Retoma la palabra y expresa: «ese es el sueño de quienes vivimos muchos años en Estados Unidos y trabajamos duro en la construcción o los campos agrícolas. Pero al final del día solo teníamos nuestro cheque y sin ninguna seguridad.»
Aquí en nuestra tierra -concluye- trabajamos igual de duro, pero al final del ciclo, lo que producimos en el surco es nuestro, como estos ajos que mandamos a México; en esta temporada nos lo pagaron a buen precio y ese dinero ya es para nuestra familia.